domingo, 11 de agosto de 2013

Confesiones coloquiales de un domingo en la mañana

Después de años de haber carreteado me doy cuenta:
Carretear todos los fines de semanas es una pérdida de tiempo y energía. El carrete se vuelve una "rutina". Siempre las mismas distorsiones y excesos, compartir con gente que ni siquiera están siendo ellos mismos, ya que la personalidad no es la natural bajo el efecto del "copete" o el "pito". 
Te das cuenta que en realidad la gente que conoces de noche, 
no la conoces en absoluto.
A veces no te acuerdas ni de lo que hiciste, o hasta te arrepientes. Son noches 100% perdidas y mañanas totalmente desperdiciadas, donde en vez de disfrutar el día en la naturaleza o con gente que uno quiere, pasas la caña o duermes hasta las 12 o peor, hasta las 3. Te saltas desayunos y almuerzos, las comidas más importantes del día. De repente incluso te das cuenta que perdiste un par de amigos en la noche, pero ni te acuerdas como.
Para hacerte consciente es solo cuestión de mirar hacia atrás y preguntarte: ¿qué tienes hoy en tu vida?, ¿qué has ganado?, ¿qué has aprendido?, ¿a dónde has llegado?, y tu respuesta será... "nada", no tienes absolutamente nada.
Somos afortunados los que sabemos que el carrete es o fue una etapa. Que esta bien salir DE VEZ en cuando para quizás recordar esos viejos tiempos o celebrar algún acontecimiento importante (aunque todas las celebraciones deberían ser de día). Compadezco a la gente que lo mantiene durante toda su vida como parte de su rutina. Gente que no se da nunca cuenta del daño que se esta haciendo y que se queda pegado en los 18.
Cada uno tiene sus tiempos y procesos, pero es primordial saber escucharse para saber cuándo llegue ese momento.

Tania

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